Sobre un futuro arcaico
El último libro del filósofo austríaco Armen Avanessian
Guillermo Goicochea

A primera vista, Meta-futuros. Perspectivas especulativas para el mundo que viene (recientemente publicado en español por Holobionte) podría parecernos uno de esos textos apocalípticos, tecnofóbicos y hasta nihilistas que son cada vez más corrientes en el mercado filosófico; pero esto se debe, no al contenido mismo del trabajo, sino al tono de las preguntas que hace su autor, el joven filósofo austríaco Armen Avanessian.

Son, de hecho, preguntas incómodas a una tradición filosófica europea, preguntas que se han solapado derivándolas a campos de las ciencias contemporáneas, pero aun sin respuestas. Avanessian no sólo las retoma en presente, sino que además las incrusta en contextos políticos, sociales, económicos, climáticos y tecnológicos para intentar dar una respuesta a los veloces y furiosos cambios culturales que estamos viviendo: los conceptos de la metafísica occidental han variado sus significados y las consecuencias sin duda son notables sobre los conceptos científicos. Este diagnóstico no se aplica a la vivencia de un cambio en las cosas (a nivel óntico) sino que se trata más bien del trastorno de los modos en que veníamos experimentando esas cosas (nivel ontológico).
Avanessian recurre a un revisitado concepto de Jacques Derrida para despacharnos que nuestra actualidad está signada por la hauntología: una ontología constituida por fantasmas [hante] acosadores [haunt], por todas aquellas ausencias (obviamente irreales) que persisten e insisten de modos diferentes en una existencia no presencial. (Avanessian ya nos había prevenido sobre varios problemas actuales en su anterior llamado de atención. En Miamización, editado por Materia Oscura, nos había advertido ya del riesgo de convertir nuestra vida en el modo-de-ser Miami y había hecho especial foco en las consecuencias eventuales del abuso de la algoritmización de nuestras vidas cotidianas y sus efectos puntuales en el mundo de la tecno-política).
¿Qué somos? ¿quiénes somos? Una pregunta de sentido óntico, la otra ontológico-existencial; ambas aun sin respuestas definitivas: por ahora sólo cuentan con fallidos intentos de enmascararlas al descalificarlas como “metafísicas”, enviándolas a diversos saberes de tono científico para su resolución. Nuestra historia, la de la metafísica (europea) ha cobijado éstas y otras preguntas durante centenares de años sin poder darles réplica conclusiva. Algunos de los artefactos interrogados a lo largo de ese tiempo pasado fueron el hombre-lo humano, la divinidad-Dios, el alma-la conciencia, el mundo-la naturaleza, etc. Y es notable el cambio fatal en el estatuto que estructura a esta metafísica (antigua, pensada por Aristóteles y revisada por medievales y modernos) a la hora de enumerar los artefactos señalados —no sin carga irónica— por Avanessian: los vampiros (ni vivos, ni muertos) o el ciborg (ni humano, ni máquina). Estos artefactos híbridos reclaman la emergencia de una hauntología o una metafísica especulativa que se ocupe no solo de darle alguna respuesta a estos desafíos, sino sobre todo del futuro de la metafísica.

La primera parte de Meta-futuros. Perspectivas especulativas para el mundo que viene examina de a pares lo que caracterizó a la metafísica europea antigua: la sustancia y el accidente, la forma y la materia, la vida y la muerte. Y al modo de un tipo de silogismo, cuyas consecuencias deductivas van precipitando poco a poco, Avanessian va degranando cada concepto a lo largo de los capítulos de esa primera mitad.
La segunda es casi una declaración de principios pedagógicos para los tiempos de cambios que se avecinan en el futuro cercano: verdad, realidad y política son elementos fundamentales para re-pensar el estatuto de su metafísica futura. La conclusión de ese “silogismo” avanessiano no es un final, es una apertura llamada “Especulación” en la que se exige que la filosofía recupere su fuerza especulativa cedida cuando se debilitó la metafísica por abuso de religiosidad, por el ataque del esoterismo en todas sus formas, el oscurantismo clientelista social y privado del coaching y el fanatismo político contemporáneo.
Ante esto, la única salida que nos propone Avanessian, como modo de entender qué nos está pasando, es una completa revisión de aquellos conceptos que nos legó la metafísica occidental para reversionarlos, resignificarlos y actualizarlos a la época que nos toca vivir. Necesitamos, de hecho, con urgencia una metafísica que reclame su potencia especulativa, que vaya más lejos de sí misma [metá], que reponga su función poiética como un hacer-cosas-nuevas para cambiar el mundo, o, lo que es lo mismo, cambiar el futuro volviéndose (lo) otro. En el fondo, Avanessian reclama una ética-otra, una que considere fundamental a la alteridad (seres vivos y cosas); en lenguaje especulativo, una Xenoesis siempre abierta hacia lo-otro.
La metafísica, una añeja y muchas veces desconocida disciplina filosófica preñada de futuro. Un metá sin meta, porque estamos obligados a creer en el futuro ¿pero en cuál?
Algo ya sabemos. El futuro hace mucho que llegó, el porvenir todavía no.