La delicadeza del enigma
En esta reedición de la antología Una país mental, Miguel Ángel Petrecca traduce y selecciona 150 poesías de la literatura china contemporánea.
EZEQUIEL ALEMIAN

Meng Jiasheng, uno de los poetas traducidos y antologados por Miguel Angel Petrecca en Un país mental, 150 poemas chinos contemporáneos, cita en una composición suya una frase de Mao Tse Tung: “cavemos profundo, almacenemos el grano, y nunca busquemos la hegemonía”.
Tal vez pueda pensarse la poesía china, o su lectura, como una suerte de antitradición muy activa, durante el último siglo, en la poesía occidental. Por lo menos, si se piensa la tradición por la hegemonía en la poesía occidental en términos del desarrollo de una voz personal, destacable, que cuente el mundo, en la aplicación de una cierta inteligencia perceptual a la interpretación anecdótica de lo real, y en el poder escrutador de la mirada en la definición de las tensiones.
Si occidente es la hegemonía del sujeto objetivador, la poesía china parece estar en las antípodas. “El pensamiento en ósmosis con el paisaje”, diría Petrecca. Es el paisaje que se vuelve sujeto a través del poema. La voz personal, la refracción perceptual, es un estorbo. Sabio es el que no se hace ninguna idea sobre lo que sucede.
La Dinastía Tang (618-906) representa la Edad de Oro de la poesía china. Sobre este modelo, señala Petrecca, a principios del siglo XX se inicia un período reformista, cuando se desplaza la lengua clásica como lenguaje literario, reemplazándosela por el habla coloquial. Un segundo movimiento, en los años setenta, en medio de la Revolución Cultural, significa la incorporación de nuevas lecturas, de manera un poco azarosa. El tercer momento de cambio son los ochenta, “una década de explosión y proliferación, de lecturas multitudinarias, viajes y circulación veloz de los textos”. La masacre de Tienanmen, en 1989, marca el fin de este período. La marginalización de la poesía, que en un contexto de avance del mercado también significa mayor libertad de acción, y enfrenta a los poetas intelectuales con los populares, caracteriza al último momento.
Un país mental reúne poemas de escritores chinos contemporáneos, nacidos entre 1928 y 1974, y cuya producción está tensionada por esas nuevas maneras de trabajar lo poético: hermetismo, absurdo, surrealismo, formas coloquiales, budismo, tradiciones extranjeras. Importantes, ciertamente, pero que no dejan de ser matices. Las formas y los temas de la poesía china no cambian demasiado con los siglos: el continuo del tiempo, lo espontáneo, las ciudades y la naturaleza, los amigos, la contemplación.