Lo incomparable
El libro de Florencia Larralde Armas y los caminos para entender el Mal
Facundo Milman

La discusión por los Derechos Humanos es amplia y tiene ya una larga una trayectoria desde el fin de la última dictadura en la Argentina. ¿Cuál es el límite de la humanidad? ¿Cuándo inicia lo humano? ¿Cómo se establece tal límite? Quizás el parangón es posible esgrimirlo con una experiencia del siglo XX: Auschwitz. Porque, por lo general, cuando se habla de Auschwitz, no se lo compara. Frente a cualquier comparación, las instituciones aparecen para sancionarnos. Entonces se dice que Auschwitz es “incomparable”. Sin embargo, Auschwitz no es “incomparable”; Auschwitz es lo que distingue el Bien del Mal, Auschwitz se convirtió en la medida de las cosas.

ExESMA. Políticas de memoria en el ex centro clandestino de detención (2022) de Florencia Larralde Armas publicado por La oveja roja se enmarca en estas discusiones ya que no solo se hace la pregunta por las comparaciones en torno al proceder de la última dictadura en la Argentina, sino que también lo hace alrededor de la comparación Auschwitz-(ex) ESMA y cómo se recorre un lugar para establecer políticas de memoria. En ese mismo sentido, es necesario introducir otro libro recientemente publicado. Nos referimos a La Argentina y el siglo del totalitarismo: usos locales de un debate internacional publicado por Prometeo y coordinado por Martín Vicente y Mercedes López Cantera. No solo es necesario introducir el debate específico de la Argentina en el contexto internacional como lo realiza el libro de Vicente y López Cantera, sino que también es una oportunidad diferente para revisar el surgimiento de las políticas de la memoria iniciadas por el gobierno de Néstor Kirchner en 2003.
El libro coordinado por Vicente y López Cantera es producto de una serie investigaciones en torno a los totalitarismos y sus términos en el territorio argentino. Por un lado, se ocupa de los debates políticos y, por otro lado, se encarga de los intercambios intelectuales articulados con las inflexiones de las problemáticas internacionales. El texto realiza un recorrido a través del siglo XX en la Argentina y, puntualmente, habría que señalar un último eslabón: el final. Cuando retorna la democracia, ¿qué usos se dan del totalitarismo y cómo se “traducen”? Porque si el libro de Larralde Armas se ocupa de las políticas de memoria como el Museo Sitio de Memoria ESMA, el libro coordinado por Vicente y López Cantera no deja ser pertinente para subrayar lo que se proyecta en la derecha en estos últimos años. Además, para no olvidar, ExESMA. Políticas de memoria en el ex centro clandestino de detención de Larralde Armas se escribe y está atravesado con el macrismo en el poder: Larralde Armas participa, interviene y debate en un espacio mientras que el gobierno de Mauricio Macri congela las políticas de memoria llevadas a cabo por los gobiernos kirchneristas. Por eso no hay que dejar de indicar que La Argentina y el siglo del totalitarismo nos ayuda a entender las condiciones de producción y surgimiento tanto de las políticas de memoria como el horizonte de sentido de la derecha argentina con respecto a los totalitarismos y a su comprensión del presente más inmediato.

Sergio Morresi, en su artículo sobre las lecturas neoliberales del totalitarismo en la Argentina, lo señala taxativamente: el neoliberalismo —como forma de pensamiento y de praxis política— se proponía como objetivo la lucha contra el socialismo, pero también consentía al fascismo. Al neoliberalismo no le parecía tan malo. Sin embargo, este hecho se modifica con el transcurso de los años y se vuelve un pensamiento “antitotalitario”. Y, como advierte Morresi, uno de los intelectuales neoliberales, Friedrich Hayek, subrayaba que, si bien era deseable que la democracia y el liberalismo conviviesen, también era aceptable la aparición del autoritarismo —el reverso de la democracia— frente al totalitarismo. Entonces estos pocos, pero significativos factores se vuelven, por un lado, la arena de lucha para la combate contra el fascismo y, por otro lado, para el surgimiento de políticas de memoria como es el Museo Sitio de Memoria ESMA. Y digámoslo: es un preludio contra la lucha de la muerte y el olvido. Porque lo contrario del olvido no es la memoria, aunque se esbozan sus políticas a partir de ella, sino la educación: la educación de nuevos ciudadanos ante el horror de la última dictadura militar.
Ya en el libro de Larralde Armas, debemos hablar de la comparación constante de la ex-ESMA con el campo de concentración y exterminio porque ella se encarga de trazar su inflexión. ¿Es comparable un campo de concentración con otro que además lo era de exterminio? Porque, por un lado, se suele decir que no es comparable con nada. Auschwitz es la cúpula de la maldad encarnada en el humano, es la humanidad demasiado humana, es el lógico proceso de la Razón y su instrumentalización. Sin embargo, por otro lado, el horizonte de inhumanidad o de la humanidad demasiado humana es Auschwitz y, como tal, se convierte en lo comparable. En otras palabras, al no haber un caso más explícito de la reducción del ser humano por el ser humano, el campo de exterminio se transforma en el horizonte y comparación constante para los crímenes de lesa humanidad. Pensamos que también la pregunta puede ir por otro lado sin compararlo de forma continuada: ¿cómo compararlo con otra inhumana razón sin caer en antisemitismo? O, en este caso preciso, ¿cómo salir de la comparación banal y demagógica de una tragedia y otra? La respuesta no nos la da Larralde Armas, sino alguien que se ubica muy por detrás de ella. La respuesta se encuentra alojada por el poeta nacional palestino, hablamos de Mahmud Darwix. Darwix comparaba la situación de los palestinos con la de los troyanos; comparaba la situación de Israel con la de los griegos; compara, sí, pero también establecía series entre una realidad y otra; establece continuidades entre pueblos. Esa es quizás la forma de salirse de la tragedia sin banalizar otras, esa es la forma de singularizar la tragedia de un pueblo borrado por la muerte. Por su parte, Larralde Armas se enfoca en Auschwitz-Birkenau o Auschwitz II para pensar cómo un lugar de tragedias se convierte en un sitio de memoria —en una política de memoria. Porque, como señala Larralde Armas, el problema es cómo se comunica aquello que sucedió. En ese sentido, ella establece tres categorías: memoria comunicativa, memoria cultural y memoria de archivo —tres conceptos extraídos de los escritos de Aleida Asmann, esposa de Jan Assmann y el último amor de Jacob Taubes en vida. Si el primer tipo de memoria responde a la transmisión de la experiencia, entonces quiere decir que hubo un momento anterior: la vivencia. En alemán, hay dos palabras para interpretar este pasaje al acto. La erfahrung y la erlebnis: la primera abarca toda la consciencia que un sujeto puede tener durante una experiencia, mientras la segunda transforma la experiencia en relato; eso es la “memoria comunicativa”. La segunda categoría refiere al asentamiento de la memoria como un hecho cultural, pero luego de tres generaciones del suceso traumático que puede significar. Si la memoria comunicativa es de los abuelos, la memoria cultural es de los nietos. La última categoría, quizás la más pertinente para la investigación, es la que se recoge para museos, divulgación y depósito del pasado. Sin embargo, cabe hacerse la pregunta: la memoria como depósito de pasado ¿es memoria?

Volvamos al hecho de lo incomparable. Auschwitz-Birkenau, Auschwitz I-II, fue reconocido por la UNESCO como “Patrimonio Histórico y Mundial del Nunca Más” junto a otros cuatro lugares emblemáticos de la Historia: el Memorial de la Paz de Hiroshima de Japón; la Isla de Gorée de Senegal, Robben Island de Sudáfrica y el Barrio del Puente Viejo en el centro histórico de Mostar de Bosnia y Herzegovina. En 2015, el Directorio de Organismos de Derechos Humanos del Espacio Memoria propuso a la ex-ESMA como el sexto lugar emblemático para preservar la memoria y, en 2017, fue aceptado como parte de la Lista Tentativa del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Pero recién en el 2021 se presentó al Museo Sitio de Memoria ESMA a la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Luego de recordar los lugares emblemáticos del Patrimonio Histórico y mencionar las presentaciones que tuvo que pasar la Argentina, podemos responder la pregunta inicial: ¿es comparable un sitio de memoria con otro? Sí, efectivamente, pueden ser comparados. Que Auschwitz sea el lugar emblemático de la calamidad y donde la humanidad firmó su acta de defunción no significa que ese lugar no sea comparable porque se convierte en el horizonte del Mal. Si partimos de tomarlo como el mal supremo y donde se encarnó la muerte del hombre, entonces sí podemos decirlo: es comparable.
Sin embargo, hay una comparación un tanto razonable y productiva; la comparación en torno a las políticas de memoria de Auschwitz con respecto al Museo Sitio de Memoria ESMA. Es, en este sentido, que el libro de Florencia Larralde Armas ingresa por la puerta grande y suscita un acontecimiento porque nos dice: el caso argentino y sudamericano con respecto al europeo y, más precisamente, con respecto a Auschwitz no se puede homologar. Se pueden comparar, pero no son homologables; esa es la diferencia, esa es la cuestión. Porque la motivación de crear lugares emblemáticos abocados por la memoria del terrorismo de Estado no es la misma iniciativa de conservar un campo de concentración y exterminio donde fueron asesinadas seis millones de personas ya que el primero mantiene su cualidad de urgencia y protección de los sitios por su función probatoria de los juicios de lesa humanidad que no terminaron de desarrollarse como es el caso argentino; esa es la verdad que nos acontece, esa es la realidad legal y jurídica de la cual damos testimonio y el gran motivo de este libro: los espacios para la memoria y sus políticas para la educación.