Una dama oscura
Marie Luise Kaschnitz fue una de las mujeres más importantes de la literatura alemana del siglo xx. Luego de La niña gorda se publica una nueva selección de sus historias inquietantes: La sonámbula.
MARINA WARSCHAVER

El conflicto entre el artista radical, como lo concebía Nietzsche, y una sociedad cada vez más materialista y militarista alcanzó su fase extrema en Alemania durante la década de 1930. El ascenso del nacionalsocialismo y el gobierno totalitario de Adolf Hitler destruyeron virtualmente la cultura alemana. Los nazis impusieron en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista. Muchos escritores se vieron obligados a abandonar el país víctimas de la persecución, escapando de la muerte en primer lugar y luego de la opresión de una dictadura. Durante este periodo, la única literatura alemana significativa fue producida por escritores exiliados, entre los cuales se destacan, Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs. Tras el colapso del régimen de Hitler, se produjo una renovación considerable de la literatura alemana. Muchos escritores continuaron su tarea en la novela del siglo XX y en la poesía moderna. El serial radiofónico se convirtió en una prometedora forma de arte; muchos de estos dramas, dedicados al análisis de la vida moderna, fueron contribuciones de escritores más conocidos como poetas, narradores y novelistas, entre los que hay que incluir a Günther Eich, Wolfgang Weyrauch, Ilse Aichinger, Siegfried Lenz y, por último, Marie Luise Kaschnitz.

Considerada una de las mujeres más importantes de la literatura alemana del siglo XX, Kaschnitz nació en el seno de una familia de la nobleza prusiana, fue criada entre las capitales imperiales (Berlín, Potsdam) y las que entonces eran sus numerosas provincias (Kaliningrado, el norte de Polonia, Lituania). A partir de 1922 se dedicó a sus prácticas como librera –una de las especialidades de la formación profesional alemana– en Weimar, Múnich y Roma pero fue tras su matrimonio con el arqueólogo austríaco Guido von Kaschnitz-Weinberg, que empezó a dedicarse por completo a la escritura y a las expediciones de su esposo, en las que recorrieron Italia, Grecia, el norte de África y Turquía. Publicó su primer libro de poesía en 1928 y continuó escribiendo poesía, cuentos y ensayos hasta su muerte en 1974. Su obra abarca temas como la vida cotidiana, la experiencia personal y el sufrimiento humano.

Como explica Santiago Martín Arnedo, traductor de La sonámbula y más relatos inquietantes, Kaschnitz había pertenecido también a la Trümmerliteratur –la literatura que nace a partir de los escombros de la guerra y que temática y cronológicamente está muy emparentada con la Kahlschlagliteratur– y tras la guerra sus textos van decantando cada vez más por el género del relato, hasta el punto de que prácticamente todos los relatos que publica lo hace en su etapa de madurez. Sin embargo no fue pionera en el género en Alemania (Pulver, 1984: 41). El precursor había sido Wolfgang Borchert. Hasta comienzos de los cincuenta, que es cuando Kaschnitz publica La niña gorda, Elisabeth Langgässer había publicado ya su ciclo Torso en 1947. En estos movimientos literarios, los recursos son mínimos, porque la construcción del futuro debe empezar sin presupuestos, en paralelismo a la reconstrucción de un país en ruinas. Por entonces se planteaba la existencia de dos tipos estéticas literarias: la que tiende a la perfección y la experimental, que se abre al futuro. Los autores se encuentran en una encrucijada y entre ambos extremos han de buscar su lugar. Desde el principio se encasilló a Marie Luise Kaschnitz en el lado de los tradicionalistas aunque no sea del todo así. En un estilo introspectivo y reflexivo que captura la complejidad de la experiencia humana, Kaschnitz aborda temas como la vida cotidiana, la identidad, la memoria y el dolor. Su estilo poético se caracteriza por una combinación de lirismo y realismo, y su prosa es concisa y evocadora, que puede advertirse en Lugares (Pre-Textos, 2007), Aún no está decidido (Pre-Textos, 2008) y La casa de la infancia (Minúscula, 2009). En 2015, Hoja de Lata publicó la primera antología de sus cuentos traducidos al español, La niña gorda y otros relatos inquietantes, y ahora termina de armar el corpus En los libros de relatos de Kaschnitz muchas veces los protagonistas aparecen innombrados. El estilo llano y sin ornamentos contribuye a erigir una atmósfera de normalidad que será violentada en cierto momento del relato: es el sablazo que da lugar a un final que suele presentarse de manera sorpresiva y propone un giro argumental impactante. Kaschnitz construye relatos (podría pensarse como “La brizna de paja” o “Historia de un barco”) cuyos finales obligan al lector a releer el texto, volver a pensarlo y decirse: ¿qué fue lo que acaba de suceder? Esos finales suelen quedar abiertos: otra estrategia narrativa que busca hacer parte al lector de la construcción de la historia. De esta manera, al fin, Kaschnitz nos lleva de la mano por un mundo en ruinas que no tiene demasiado futuro y entonces advertimos que la inquietud tiene rasgos similares tanto en la posguerra como ahora.