Arte, autonomía y fracaso

Chris Kraus no solo escribió una novela fascinante como Amo a Dick sino también una serie de artículos sobre arte en los que se fascina por proyectos efímeros y utópicos.

GUADALUPE FERNÁNDEZ MOORS

Un espacio en el que el sujeto escritor desaparece constantemente. Esa idea de Foucault gravita en el centro de la búsqueda estética de Chris Kraus. La escritora y cineasta es consciente de ese discurso en el que se desenvuelve, y lo transforma en algo que recuerda a la poética de Simone Weil y sus sobrecogedores trasfondos teóricos. Los elementos autobiográficos son evidentes en las obras de ficción de Kraus, como Amo a Dick (1997), una brillante reelaboración de la novela epistolar; Aliens & Anorexia (2000), un fascinante torbellino de sufrimiento, arte y activismo; y Torpor (2006), sobre la delincuencia en el mundo académico y doméstico en el mundo del arte. El conocimiento proactivo es fundamental en sus escritos sobre arte, como en la colección de 2004 Video Green –sobre la escena artística de Los Ángeles nacida de los programas MFA– y en otro de sus libros que reúne escritos sobre arte: Tienda de ramos generales Kelly Lake, publicado en español por Cruce, donde se concentra en colectivos internacionales, artistas y escritores que utilizan el tiempo, la economía o la autonomía como motor de producción artística.

Los cuatro capítulos de Tienda de ramos generales Kelly Lake –“Propiedades perdidas”, “Face”, “Estás invitado a ser la última Tiny Creature”, y la que le da título al libro– están conectadas por la exploración de Kraus de experiencias artísticas innovadoras en torno al modo de hacer y de estar en el mundo del arte. “Estás invitado a ser la última Tiny Creature” cuenta la historia de una galería gestionada por artistas en Echo Park, Los Ángeles. El tratamiento de Kraus recuerda a otros colectivos temporales vitales, como la Orchard Gallery de Nueva York (2005-2008) y las empresas dadaístas del Cabaret Voltaire de Zúrich (1916-17). Tiny Creatures se desarrolló durante los años de Bush –“tras la detención del artista de Buffalo Steve Kurtz por cargos de terrorismo, pero probablemente antes de la detención preventiva del médico musulmán en Boca Ratón”- y contó con artistas conocidos y desconocidos, desde Ariel Pink a Jason Yates. Aunque el espacio se disolvió debido a las presiones financieras que aborrecía, luego Tiny Creatures llegó a exponer en la DIY Gallery de Los Ángeles. Aunque no existiera más, para Kraus el proyecto no había sido un fracaso: Los proyectos que implican tiempo vivido son, por supuesto, pasajeros. El verdadero “fracaso”, según ella, sería encontrar a las mismas personas haciendo el mismo trabajo diez o veinte años después.

En los ensayos que siguen, Kraus discurre sobre proyectos que reniegan del tiempo a la vez que lo superan. Escribe sobre los artistas de Mexicali Rose, que estaban “atrapados en una comunidad atrasada pero a la que amaban” y de artistas inmigrantes, en perpetua transitoriedad, que le ofrecían una nueva prueba de que el pasado en realidad no es pasado. El pasado se complica en los escritos de Kraus, salpicados de obras no atribuidas que sustentan su contenido. Ella considera que no existe tal cosa como una comunidad utópica fracasada; o, si el colectivo es un experimento de tiempo compartido, ¿cómo puede fracasar el tiempo?. Lo colectivo, estableció Kraus, tiene que ver más bien con el deseo de los individuos de convertirse en otra cosa. Una transformación a la que debemos permanecer abiertos, independientemente del tiempo.

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