Tolstoi contra todos

El 1 de enero de 1900, el más grande escritor ruso de todos los tiempos anota en su diario algunos pensamientos y máximas polémicas, desafiantes y hasta cuestionables. Nada mejor que empezar el año con alguna de ellas.

León Tolstói


Todo comienzo de año es un momento de balances y planteos futuros. Pocas veces un comienzo de año (y de siglo) tan vehemente como el de León Tolstoi. El 1 de enero de 1900, al parecer ofuscado, el autor de Guerra y paz anota en sus Diarios: “Estoy en mi habitación, y todos están aquí, celebrando el año nuevo. En este tiempo no he escrito nada, no he estado bien de salud. Tengo que anotar muchas cosas”. Algunas de las cosas que tiene que anota el gran autor ruso son furiosas percepciones con respecto al pensamiento de su tiempo, ajustes de cuentas con el pasado y también con sus contemporáneos.

Algunos pensamientos que anota:

[a]
Cuando a un niño se le inculca que debe creer que Dios es un hombre, que Dios es uno en tres, en una palabra, que 2 x 2 = 5, se le estropea de por vida el instrumento que tiene para el conocimiento: se destruye la fe en la razón. Y esto es justamente lo que se hace con todos los niños. Es terrible.

[b]
Recordé mi adolescencia, y sobre todo los primeros años de mi juventud tardía. A mí no me inculcaron ningún principio moral: ninguno; y sin embargo, a mi alrededor los grandes, seguros de sí mismos, fumaban, bebían, se entregaban a una vida disoluta (sobre todo se entregaban a una vida disoluta), pegaban a la gente y le exigían que trabajara. Y yo hice muchas cosas malas sin querer hacerlas, sólo por imitación de los mayores.

[c]
Iba en un ómnibus tirado por caballos, miraba las casas, los rótulos, las tiendas, a los cocheros, a la gente que pasaba en coche o a pie, y de pronto comprendí con absoluta claridad que todo este mundo, incluyendo mi vida en él, no es más que una de las innumerables posibilidades de otros mundos y de otras vidas, y para mí es sólo una de las innumerables etapas a través de las cuales creo pasar en el tiempo.

[d]
Leí “La dama del perrito”, de Chéjov. Igual que Nietzsche. Personas que no han elaborado en ellas mismas una concepción del mundo clara, capaz de distinguir el bien del mal. Antes dudaban, buscaban; ahora, en cambio como piensan que están más allá del bien y del mal, se quedan de este lado, es decir, son casi como animales.

[e]
Se puede considerar la necesidad sexual como una penosa obligación del cuerpo (así la he visto toda mi vida), pero también puede ser vista como un placer (raramente he sucumbido a ese pecado).

Para conocer más