Política de la mirada

Luis Gusmán recorre la muestra colectiva URGE! Diseño para la emergencia ambiental

Luis Gusmán


Como en el bello y realista título de la película de Luchino Visconti: La terra trema, ese ruido debe ser no solo oído, sino más bien escuchado. La muestra URGE! Diseño para la emergencia ambiental, exhibida en el Centro Cultural Matta de la Embajada de Chile en la Argentina, es una mirada gráfica: letras, imágenes, collages, ilustraciones que exponen una actualidad física, no solo climática, que escapa a cualquier color local y se vuelve sencillamente planetaria. Basta ver un afiche hecho por VOICOT movimiento artístico por la liberación animal, humana y de la tierra: “LO QUE/ LE PASE A/ LA TIERRA/ NOS PASARA”. Este cartel en su tipografía callejera, de hecho, cuelga en las calles, y su leyenda (en el orden citado) funciona como un epitafio ante el cual el caminante se detiene.

 ¿Quién es el difunto? La tierra enterrada. El texto con que el curador Juan Lo Bianco encabeza el catálogo de esta muestra es una cita de un poema del libro: Ecopoemas de Nicanor Parra:  “El error consistió/en creer que la tierra era nuestra/cuando la verdad de las cosas/es que nosotros somos de la tierra”. Sí, un título con una referencia directa a una ecología, a un ecosistema, y es cierto que, para citar a Onetti, a veces la tierra es Tierra de nadie, y otras, como el título de David Viñas, Los dueños de la tierra, o el de Frantz Fanon: Los condenados de la tierra.  La palabra del curador se hace eco en como finaliza el texto de su presentación: “La tierra llora/urge la tierra”. Sin duda, hay ahí un llamado. En las sequías la tierra parece contener las lágrimas, en las inundaciones derramarlas todas de golpe, y en la personificación del huracán que hasta tiene nombre propio: La terra trema.


La pintora Juana Pérez, que con alguna de sus obras hace estallar la pared, utiliza ese seudónimo, como quien dice “un tal Pérez”. Quiere decir, cualquiera y todos. Su obra es de una originalidad que asombra y desde sus títulos ya cuestiona e interroga toda nuestra lengua. Una de sus obras que se titula: Cuida el humedal, irrumpe con su cambio de signo de otra frase que podríamos atribuir al señor o la señora Pérez: “Lo que mata es la humedad”. Bueno, más allá de las estéticas y de las ideologías en juego, la tierra llora y hay que prestar atención a esas lágrimas.

En un afiche de Coco Cerrella titulado Transgénicos una carga de dinamita debajo de la tierra que amenaza estallar el planeta en un paisaje que parece de Molina Campos. Casi parece una imagen de David Lynch con esos cartuchos que semejan velas rojas envueltas en una cinta negra y luctuosa. Es tan así que recientemente, viajando en tren desde Koln a Frankfurt, el tren se demoró en una estación, porque habían descubierto una bomba debajo de la tierra arrojada en los bombardeos de la segunda guerra mundial. Estaba ahí desde hacía 75 años.
Si El volar es para los pájaros recuerda el título de una novela, también funciona para las mariposas. Porque en Mariposa plástica de la muerte, el artista Diego Becas nos revela que hay un signo que ha cambiado más allá de cualquier activismo ambientalista.


Hay un suspenso dramático en la dispositio que logra el curador de la exposición y que va de la dinamita a punto de explotar a la belleza de la mariposa, la Cercofana de la ilustradora Antonia Reyes Montealegre, quien, con una belleza traslúcida, hace que la mirada del espectador vuele con ellas.
El profano, en este caso el que escribe esta nota, se ampara en que, “técnicamente”, poco podría hablar de estas imágenes. Solo y nada menos podría hablar de mi mirada capturada en el cuadro que me mira.

Sin duda, en esta exposición la obra del curador es vital no solo en la disposición de las obras, sino en los cuadernos de grafismos, las tapas de los libros y los afiches provenientes de los alumnos de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso y la Universidad Nacional de Lanús. En ellos consigue que el espectador, siguiendo el verso de Parra, se haga eco de eso que urge. que como un coro gritan eso que urge, y que a veces necesita que ruja, como en esta ocasión, para no ser el próximo que siga.
Carteles de un activismo en pie de lucha llegan hasta esa forma del desierto convertido por Estefanía Bogado en un Mar de plástico. El espectador queda ante él tomado por esa frase pronunciada por Borges en medio del desierto de Sahara tras recoger y soltar un puñado de arena: “He cambiado la forma del desierto”.


Se pueden hacer muchas cosas con lo reciclable. El riesgo es que si, como se dice, somos de esta tierra, quizá no haya nada reciclable en lo humano. No se trata de encarnar una lucha si no que ésta llegue a ocupar el lugar de una causa.
Es que a veces lo que urge nos explota en la cara sin darnos cuenta. La mirada, la disposición de las imágenes, es también una manera de hacer y reproducir políticas. Una política de la mirada es la definición de una mirada política. Disponerse a ver es a veces también darse a la mirada de una manera nueva. La que habilita esta exposición insiste en mostrar una urgencia. La serie de obras que la componen no la estetiza para ocultarla; más bien la politiza poniéndola en primer plano.