Héctor libertella

En el día de su cumpleaños, una lectura de las huellas de un un escritor hiperbóreo

Silvana R. López
Huellas de un escritor hiperbóreo.

En “La cuarta dimensión de la lectura”, publicado en la revista La Posición de Bahía Blanca, en Noviembre de 2006,  Libertella escribe que viene a “imponer” a la lectura de la Teoría, de la Crítica y de la Ficción, una cuarta categoría que es la del Metatexto: “[…] metatexto. O su eco: la metafísica del texto de ficción; o sus contradicciones y combinatorias en la metaficción o ficción del metatexto. Lo que está más allá del texto y lo rodea, su prolongación material, su proliferación material […] método omnívoro: se alimenta de todas las otras especies, triza y mezcla las disciplinas, en él resuenan todo tipo de lecturas […] Por momentos el texto se mimetizará […] por momentos lo deformará. Es decir que también habrá parodia”.

Esa definición de metatexto es acaso casi una enunciación de las particularidades de la poética de Héctor libertella en la que la escritura y la reescritura exhiben no solo los procesos de producción y transformación de los textos sino también visibilizan la relación indecidible que se tiende entre leer y escribir, tanto la lectura como producción de significados como la lectura en tanto productividad que se trama con la escritura en el tejido del texto. El tocar los textos con el ojo y con la mano, revela la centralidad de la lectura para Libertella, desplazada a una cuarta dimensión que, motorizada por un método omnívoro, subvierte los compartimentos estancos de los lenguajes. El metatexto pensado por Libertella como el elemento “corruptor de una sabiduría convencional” y como “el agente des-centrador de esa omnipotencia” perturba el rigor de la teoría, desvía el camino de la crítica y disloca la ficción, colocando a Libertella y su literatura en una posición que crispa y desarticula espacios instituidos.
En mi lectura de su obra vuelvo insistentemente a El camino de los hiperbóreos[1], la primera novela publicada en 1968 que no exhibe un programa literario sino el comienzo de un pro-yecto que exhibe las marcas de las posiciones de escritor y también ciertos procedimientos constructivos y temáticos que se desplazan y se repiten en los distintos textos de su obra. A eso llamo huellas de un hiperbóreo.
El título de la novela de Libertella, El camino de los hiperbóreos, es una cita de El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo de Nietzsche[2], y es, sobre todo, un modo de leer y de tomar posición frente al espacio literario.

“Mirémonos a la cara. Nosotros somos hiperbóreos, -sabemos muy bien cuán aparte vivimos. Ni por tierra ni por agua encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos; ya Píndaro supo esto de nosotros. Más allá del septentrión, del hielo, de la muerte… nosotros sabemos el camino, nosotros encontramos la salida de milenios enteros de laberinto […]” (El anticristo, § 1). Así comienza el primer fragmento de El Anticristo cuya iteración de la frase “nosotros somos hiperbóreos” se lee una y otra vez en los Fragmentos póstumos (1988) así como el gusto de Nietzsche por los laberintos. El título de la novela de Libertella condensa ese encuentro de un camino y de una salida, aunque la salida del laberinto de Libertella tiene la dimensión de un volverse más laberíntico. En ese sentido, es medular la operación de titular que realiza el escritor para demarcar su proyecto de un estado de la literatura. El hiperbóreo para Nietzsche es un genealogista, un espíritu libre que empleando el “cuchillo” (Anticristo, 41) ó el martillo, comienza a generar la “transvaloración de todos los valores” (47) en el sentido de desplazar y sustituir unos valores por otros, que incluso con preguntas y “ojos nuevos” viene a poner “en lugar de un error, otro distinto” como se lee en La Genealogía de la moral (30)[3]. El diálogo de Libertella  –metatexto- es con Nietzsche, no con otro filósofo y con lo que esa escritura produce en la filosofía, con “la reflexión radical sobre el lenguaje” (1998, 297)  que Nietzsche acerca a la tarea filosófica como observa Foucault[4] y que resuena en esa idea libertellina de metatexto como “el agente des-centrador” de una omnipotencia. Pienso en la posición de Nietzsche frente a la metafísica, en la crítica que comienza en El origen de la tragedia -un comienzo que además parte de lo estético- en la distinción entre lo apolíneo y lo dionisíaco que anuncia la puesta en crisis de la subjetividad, asimismo, en los textos siguientes de Nietzsche en los que prosigue el desenmascaramiento de la superficialidad del ‘yo’, como se lee en Fragmentos póstumos: “no le concedo que sea el “yo” (Ich) el que piensa. Tomo más bien al yo mismo como una construcción del pensar, construcción del mismo rango que ‘materia’, ‘cosa’, ‘sustancia’, ‘individuo’, ‘finalidad’, ‘número: sólo como ficción reguladora”[5] El desenmascaramiento del yo irá junto con el de verdad, el de origen, el de tiempo lineal, desplazando las nociones de principio fundante a una multiplicidad de perspectivas, Nietzsche no sólo destruye la “escala” de los valores sino el “espacio” mismo en que esa escala se ubica, sostiene Mónica Cragnolini (1998: 141)[6]. El título El camino de los hiperbóreos, las alusiones y citas de El Anticristo en la novela, se relacionan con las operaciones ficcionales y críticas de Libertella en tanto lector de Nietzsche y como en toda lectura y para decirlo en palabras de Libertella: hay “mímesis”, hay “deformación” y también “parodia”. Esa condición hiperbórea se pro-yecta en la escritura y reescritura de sus textos como un centro, sin lugar, siempre en devenir, que muestra a su paso la construcción artificial de los conceptos y sistemas.

La escritura de la huella a partir de la cual se constituye la poética de Héctor Libertella tematiza las diversas instancias de reescritura. Con otras textualidades provenientes de la biblioteca, de la tradición y de los textos libertellianos, la escritura se despliega como una productividad que no cesa e insiste en el rastro y la retención de una presencia siempre diferida (Derrida)[7] que dispuesta en forma de fragmento se inscribe, como tal, en una pasión por la ausencia de “acabamiento” (Blanchot)[8]. La reescritura expande el motivo narrativo de una frase a un texto de varias páginas o el motivo o el fragmento trasmigra de textualidad en textualidad, perturbando la pertenencia a un género en particular. Lo escrito retorna pero atravesado por múltiples desvíos y fugas produciendo una maniobra distintiva: el encuentro de la repetición y de la variación de motivos constructivos y temáticos que producen condensaciones y expansiones. Así los textos construyen también complejas configuraciones genéricas que perturban las tipologías y las preceptivas tradicionales debido a que se presentan con transmigraciones narrativas, ficcionales y ensayísticas en las que se puede leer los motivos  propios del discurso crítico y/o del discurso teórico que fluyen y se intersectan con el cuento, la crónica, el ensayo y los géneros autobiográficos. La originación de la enunciación que no cesa de desplazarse, el trastorno de las categorías de tiempo y espacio, el cruce de lenguajes y géneros, los transgéneros, la eficacia de la dispositio como figura retórica, son distintos procedimientos que la poética libertelliana da a leer, en la que lo hiperbóreo se entrecruza junto con la posición beatniks, cavernícola y hermética de Héctor Libertella.

Desde esa perspectiva y frente a su obra publicada, es posible armar una cartografía de sus textos. Desde El camino de los hiperbóreos, en 1968, hasta A la santidad del jugador de juegos de azar, publicado en 2011[9], la escritura libertelliana lee, escribe y reescribe motivos temáticos y formales desplazándolos por los diversos planos de la dispositio. Sin embargo, considero que ¡Cavernícolas!, texto publicado en 1985[10], produce una inflexión en esa trama escrituraria. Libertella ha comentado que El camino de los hiperbóreos es una reescritura de La hibridez,  novela que con el seudónimo Vladascantal recibe la mención especial del concurso Primera Plana de Novela Argentina, en 1965 y que por decisión del jurado, el concurso se declara desierto y La hibridez no se publica. La segunda novela,  Aventura de los miticistas[11] reescribe y expande ciertos motivos narrativos desplegados en El camino de los hiperbóreos como el lugar, Ingeniero White; el motivo del viaje a distintos rincones de la pampa, al mundo y el eterno regreso, los motivos autobiográficos así como también las especulaciones metaliterarias y el diálogo con otras expresiones del arte. El siguiente texto narrativo, personas en pose de combate (1975)[12] exhibe la inclusión de giros lingüísticos, humoradas, frases hechas, versos populares y la helenización de términos como “Caraquíada” que se leen en El camino de los hiperbóreos. Libertella retoma el seudónimo utilizado para el concurso de La Hibridez, Vladascantal es el nombre de uno de los protagonistas presentado como un artista con características físicas similares a Héctor Libertella. Nafka, uno de los nombres que recibe Gurisa, la protagonista, que significa “putita” en idisch” (1975: 133) es también el nombre de la protagonista de Memorias de un semidios (1998)[13]. Nafka y Vladascantal viajan juntos a Europa y cruzan “cinco veces la ciudad de Brujas” (175) como lo hicieron, en 1971, Héctor Libertella y María Martina Iturrioz, tal como se lee en La arquitectura del fantasma. Una autobiografía (16) que aparece en el 2006[14].

En 1977, Libertella publica Nueva escritura en Latinoamérica, el ensayo articula un conjunto de herramientas críticas y teóricas que luego, desde mi lectura, se ficcionalizan en ¡Cavernícolas!, texto que se inscribe, como señalé antes, dentro de la obra libertelliana como una inflexión, es decir como “el puro acontecimiento del punto elástico donde la tangente corta la curva” (Deleuze)[15]. ¡Cavernícolas! dispone una escena de escritura privilegiada a partir del cual la reescritura se convierte en una dominante de la poética de Libertella, tanto de los motivos exhibidos en sus primeros textos como en los escritos a partir de 1985, no ya interfiriendo –en forma directa- sobre la biblioteca, sino sobre sus propios textos para reescribirlos infinitamente. “La historia de historias de Antonio de Pigafetta”, “La leyenda de Jorge Bonino” y “Nínive” que conforman el texto se articulan mediante la parodia como procedimiento constructivo que como efecto y modo de suspensión de lecturas predominantes, dialoga con las operaciones de leer y escribir una escritura de segundo grado en el hacer del metatexto.

También es posible armar un mapa de dominancia crítico teórico como sucede con Las sagradas escrituras (1993) que reescribe y expande Ensayos o pruebas sobre una red hermética (1990) y Patografeia. Los Juegos desviados de la literatura (1991). Injerto, trasplante, transmigración, transformación, desplazamiento y desvío potencian la lectura de diversas modalidades de reescritura. Por un lado, la que opera sobre el fragmento y se da a leer de dos maneras, un texto que reescribe otro como El lugar que no está ahí (2006)[16] que reescribe “La historia de historias de Antonio de Pigafetta” o La leyenda de Jorge Bonino (2010)[17] que reescribe el relato de ¡Cavernícolas!, y dos, como series temáticas que reaparecen en los distintos textos, tales como la serie que denomino la del ‘Amor Asexuado’ o la de ‘Magallanes’. El capítulo “Personas, Hilde y Ferdinando” de Aventura de los miticistas (1971) se publica en una revista en forma de cuento en 1987[18], “Historia de un amor asexuado”, fechado en Iowa 1970,  narra, con variaciones temáticas y formales, la misma historia entre  Hilde y Ferdinando; luego, en A la santidad del jugador de juegos de azar (2011), “La idea del Amor en la Edad Media” reescribe el cuento y el capítulo de Aventura de los miticistas aunque sus protagonistas ya no son Hilde y Ferdinando, sino H y Swana.  Asimismo, “Personas, Hilde y Ferdinando” de Aventura de los miticistas exhibe el motivo, la unidad indivisible, de la serie ‘Magallanes’. La referencia a Ferdinando ”cansado de navegar”(1971:87) que constituye el germen de la reescritura en torno al viaje de Fernando de Magallanes y la crónica de Pigafetta.

Por otro lado, la reescritura maniobra un montaje de fragmentos de escritura y dibujos que reaparecen con variaciones o no, en otros textos mediante operaciones de transmigración e injerto. Si el escribir de otro modo se lee de otra manera (Derrida, 1971: 116), el procedimiento del injerto trastorna la lectura sucesiva del sintagma y fuerza a leer en el paradigma, en el eje de la selección.  El fragmento sobre “el ojo que ve”, “El futuro ya fue” o los dibujos de Eduardo Stupía como el de la jeringa que acompaña al lector del futuro o el mapa de Ingeniero White, articulan una modalidad de reescritura que se pueden relacionar con las operaciones de montaje del Atlas Mnemosyne de Aby Warburg[19] en tanto proyecto iconográfico que exhibe desaforadamente un ensamble de inserciones e injertos de diferentes imágenes para ilustrar un tema que Warburg define como pathosformel. Su método dispone las distintas imágenes en los paneles haciendo visible la “encrucijada de supervivencias” –nachleben– de cada imagen que teoriza Didi-Huberman en Ante el tiempo[20] provocando la lectura tanto de las temporalidades de “doble faz” (143) como el nexo entre la imagen y el panel, entre imagen e imagen y también los vínculos entre paneles, apelando a la huella y a la memoria. Aby Warburg dispone las imágenes en el espacio, Libertella desplaza los fragmentos en las distintas temporalidades, de ese modo, la huella de lo ya leído, en su recurrencia, tiende el nexo entre la sobredeterminación del fragmento y el texto de aparición, también entre el fragmento y su reaparición en otro texto, entre el texto seccionado y el texto injertado, y así entre la invariancia de las posibles lecturas. En ese sentido, se puede considerar a Zettel como un atlas mnemosyne que reúne fragmentos de escrituras y dibujos que entretejen la red de los textos libertellianos.
La recurrencia de lo ya escrito en los textos de Héctor Libertella problematiza la noción de espacio y  de tiempo dando a leer su  poética como el “advenir presentando que va siendo sido” (354) de Martín Heidegger[21] en una remarcación de la huella, en el espesor y el relieve de lo escrito tanto en el eje del sintagma como en el del paradigma.
Vuelvo a El camino de los hiperbóreos: Papá pantano- pantano ancestral- pantano materno/ barro original/ hombre de lodo/ ciénaga / cueva/ médano/ maceta/ América- Ingeniero White – la pampa – Buenos Aires: chiquero de la Iluminación, construye la escena en la que discurre y se pro-yecta la literatura. La consistencia pantanosa, viscosa, toma en la máquina de leer otras dimensiones que empasta, pasticha y parodia los lenguajes. Hiperbóreo, un más allá del Bóreas. Metatexto, un más allá del texto. Una patografía, un pathos, una pasión por la literatura.


NOTAS
[1] Libertella, Héctor. El camino de los hiperbóreos. Buenos Aires: Paidós, 1968.
[2] Nietzsche, Friedrich. El Anticristo. Maldición del cristianismo. Madrid: Alianza, 2011.
[3] Nietzsche, Friedrich. La genealogía de lo moral. Un escrito polémico. Madrid: Alianza, 2011.
[4] Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI editores, 1998.
[5] Nietzsche, Friedrich. Fragmentos Póstumos. NF 1885, 35 [35], KSA 11, p. 526.
[6] Cragnolini, Mónica.  Nietzsche, camino y demora. Buenos Aires: EUDEBA, 1998.
[7] Derrida, Jacques. De la gramatologia. Buenos Aires: Siglo XIX, 1971.
[8] Blanchot, Maurice. La conversación infinita. Madrid: Arena Libre, 2008.
[9] Libertella, Héctor. A la santidad de los juegos de azar. Buenos Aires: Mansalva, 2011.
[10] Libertella. Héctor. ¡Cavernícolas!. Buenos Aires: Per Abbat, 1985.
[11] Libertella., Héctor. Aventura de los miticistas. Caracas: Monte Ávila, 1971.
[12] Libertella, Héctor. personas en pose de combate. Buenos Aires: Corregidor, 1975.
[13] Libertella, Héctor. Memorias de un semidios. Buenos Aires: Perfil, 1998.
[14] Libertella, Héctor. La arquitectura del fantasma. Buenos Aires: Santiago Arcos, 2006.
[15] Deleuze, Gilles, El pliegue. Liebniz y el Barroco. Buenos Aires: Paidós, 1989.
[16] Libertella, Héctor. El lugar que no está ahí. Buenos Aires: Losada, 2006.
[17] Libertella, Héctor. La leyenda de Jorge Bonino. Córdoba: Alción, 2010.
[18] En la revista Puro Cuento. Año 1. N° 2. Enero/Febrero 1987.
[19] Warburg, Aby. Atlas Mnemosyne. Madrid: Akal. 2010.
[20] Didi-Huberman, Georges. Ante el tiempo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2011.
[21] Heidegger, Martín. El ser y el tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2004.