Tres preguntas a Liliana Colanzi

La autora boliviana, que obtuvo el Premio Ribera del Duero por “Ustedes brillan en lo oscuro”, responde tres preguntas sobre literatura argentina, influencias y los temas que atraviesan sus relatos.

¿Cómo calificás el camino recorrido desde Vacaciones permanentes hasta Ustedes brillan en lo oscuro?

Creo que hay cuestiones que se repiten a pesar de que quizás los modos narrativos que uso ahora son diferentes. Nuestro mundo muerto está escrito en una vena realista y los que escribo ahora, los relatos de Ustedes brillan en lo oscuro, exploran la ciencia ficción, el horror. Vacaciones permanentes era un libro de jovencitos perdidos, pero muchos de los personajes de ahora también son adolescentes. Una época tan intensa de descubrimientos hermosos y terribles. Eso se repite, aunque la forma sea diferente. Una diferencia mayor entre esos cuentos y los que escribo ahora: los de Vacaciones permanentes eran cuentos muy urbanos, mientras que después me interesó irme a lugares más raros, al campo, incluso a Marte. Me gustó explorar espacios más periféricos. Hay cuestiones que se repiten: ese interés por personajes adolescentes.
Una conexión cuando escribo un libro de cuentos: un interés por desfigurar el tiempo y entenderlo en escala micro y macro. Esas son mis intuiciones. Quizás los lectores encuentren otras. Es importante para mí que un libro de cuentos no sea un rejunte de relatos sino que haya cierta sensación de unidad, aunque estén situados en lugares diferentes y tengan temas diferentes.

¿Cuáles fueron algunos de tus referentes literarios al momento de escribir estos relatos?

Tuve varios autores y autoras en la cabeza: necesito tener a mano la obra de otros que alimenten mi imaginación. Algunos relatos de este libro los escribí con la obra de Amparo Dávila, Silvina Ocampo; hay otro cuento inspirado en un cuento largo “El cementerio de elefantes”, y también fue importante para mí La trilogía de la destrucción de Rafael Pinedo. Mi escritura es un diálogo con otros autores que pueblan mi cabeza, a veces ese diálogo es evidente y otras veces está más difuminado. Por ejemplo, para solucionar problemas. Tengo en la cabeza un libro de cuentos en el que cada cuento hable sobre alguna planta o árbol que tenga una historia particular, vinculado con nuestra historia humana. Me interesa el reino vegetal, que me resulta enigmático y complejo. Como hice en este libro con un cuento donde aparece el caucho, que es un producto vegetal que está muy conectado con la economía humana. Siempre comienzo con una idea pero la escritura me lleva por otros lados.
También mi relación con la literatura argentina es muy cercana, y hay muchos autores argentinos de los que aprendí y saqueé. Además de Silvina Ocampo, que ya nombré, podría mencionar otro autor contemporáneo a mí como Denis Fernández. El cuento “La cueva” le debe mucho a su obra, y así también, como mencioné, a la obra de Pinedo. Algo que valoro y rescato mucho de la literatura argentina es el de no temer meterse a ningún lugar. Me interesa su exploración muy defandada de los géneros y de la que aprendo mucho. Tanto la ciencia ficción y el horror que se hace en Argentina. Muchas veces me preguntan por el cuento norteamericano pero mis referentes son autores latinoamericanos.

¿Cuáles considerás que son hoy los problemas que provocan el desconsuelo y el desencanto que habita en las sociedades de casi todo el continente y que te interesa explorar en tu literatura, si está determinado por la violencia, la migración, la desigualdad social?

Hay diferentes temas que están vigentes en América latina que se cuelan en mis cuentos, muchas veces de manera inconsciente. Esa herida colonial que nos marca, esa historia traumática que es la colonización y cómo ese pensamiento colonial pervive, cómo nos afecta, el racismo, por ejemplo, esos temas están atravesando a los relatos y determinan las decisiones de los personajes. El tema de la destrucción medioambiental es otro de los temas, aunque no me interesa en un sentido apocalíptico o posapocalíptico. Me interesan como conflictos del presente, pero no solo para proyectos un futuro de ruinas sino cómo resolvemos estos problemas de una manera que no nos conduzca siempre a la catástrofe. Si bien la literatura pone en el tapete tensiones y heridas, de qué manera puede ofrecernos cierta perspectiva utópica, puede plantearnos caminos, plantear imaginarios que no nos lleven a la catástrofe. 

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