Los sentidos de la pérdida

Francisco Bitar y un apunte sobre la partida de Sergio Chejfec (1956-2022)

Francisco Bitar

Como a otros, la muerte de Sergio Chejfec me tomó por sorpresa. Ataqué en silencio a quien sea que, pudiendo hacerlo, no me avisó que ocurriría, como si la noticia de su enfermedad pudiera mitigar lo definitivo de la pérdida. De tardé unos segusndos en recordar que yo no era nadie como para que me avisaran, y que, de haberlo sabido, quizá el lamento hubiera sido mayor, por apagarse la llama de una escritura en su momento, creo, más fulgurante.

¿En qué se diferencia la muerte de un escritor de otras muertes? En principio, el escritor es quien hace de su singularidad un proyecto. Como suele decir César Aira, todos somos distintos pero un escritor hace de esa distinción una profesión. Sin embargo, por mucho que el escritor se esfuerce en conseguirlo, es imposible llevar esa singularidad hasta una expresión última, hasta la versión definitiva y cerrada de una vida, la propia. Los grande escritores son los que insisten en esa búsqueda aun sabiendo su resultado. En los mejores escritores lo que hace la muerte es poner en evidencia la obstinación de esa búsqueda siempre postergada.
“La forma se rompe al chocar con la vida”, decía un filósofo. Los últimos libros de Chejfec dan cuenta, creo, de esto mismo: de que la singularidad de un escritor estriba, no en un “carácter” o una “personalidad” (para quien lo conocía, al menos por arriba, como lo conocía yo, Chejfec no parecía tener ninguna de las dos cosas), sino en cómo se distiende la oposición, olvidando el peso de la vida al hacerlo entrar en combinación con el elemento gaseoso de la forma. Como lectores nos veremos privados justamente de los modos con que Chejfec se daba maña con aquella singularidad, poniendo a jugar una imaginación formal que en él era muy superior a la imaginación verbal, y que yo agradecía (en tiempos de ardiente verborrea del sentimiento, Chejfec profesaba el frío ordenamiento de la sintaxis). Chejfec era un variador, no de la frase, sino del sintagma.
Como escritores, nuestra obra se empobrece: la muerte de un gran escritor supone necesariamente la pérdida de un lector de igual estatura. Quienes elevan una literatura son siempre los lectores, no los escritores. Y los que podemos seguir leyéndolo, al escribir, ya no podremos hacerlo para que Chejfec nos lea, por el bien nuestro.