Freud y Moisés

Jorge Jinkis, Juan Bautista Ritvo y un libro que es muchos libros.

Eduardo Carbajal 

Bajo el sello editorial Nube Negra, acaba de aparecer el volumen Segregación y judaísmo en el Moisés de Freud escrito por Jorge Jinkis y Juan B. Ritvo. En la contratapa del libro, casi en términos de declaración, los autores plantean: “Seguir al Moisés de Freud por la ruta de sus desvíos es homenaje pero también obliga al análisis crítico de su transmisión. Atender a lo que la memoria y la historia hacen y no hacen con el acontecimiento traumático nos llevó, de un modo no previsto, a converger en tópicos controversiales quizás irresolubles, una trampa de paradojas que conciernen a la implicación de la angustia en las encrucijadas éticas. No ocultar las contradicciones, en cada uno y entre nosotros, es una forma de confianza que facilita la horadez de la discusión; es también una forma de evitar las simplificaciones y es una exigencia del psicoanálisis que tiene alcance político”.
A continuación, el psicoanalista y escritor Eduardo Carbajal plantea algunas hipótesis de lectura.

En principio, la presentación crítica del proyecto de este libro, el ensamble de los ensayos y la amplitud y vastedad del campo enmarcado en las secciones que lo componen; la transcripción no solo testimonial sino editorial, histórica y política de la impresionante carta de Freud a Lou Andreas-Salomé sobre las condiciones imposibilidades y dificultades de escritura y publicación del Moisés traza las rutas y los obstáculos de lecturas posibles e induce o incluso anticipa la preeminencia y el cruce de las lecturas, escrituras y estilos por sobre los nombres de los autores que lo practican.
Preeminencia que quiero subrayar, ya que no se trata de adivinar o descubrir el index de los dos autores sustraídos al encabezamiento de los ensayos, sino de advertir que en dicha sustracción la función autor, tan discutida como descuidada desde hace tiempo, desalienta el intercambio de un privilegio proléptico de los autores sobre los textos.
En consecuencia al extremar el papel de la lectura, quiero decir que son textos que no se pueden leer sin leer, el autor —en concordancia con los asuntos que indaga— no es puesto como figura y soporte de la lectura sino más bien como su efecto.
Pero también, y precisamente por esto y de igual o mayor relevancia es que las referencias de y a las lecturas que los ensayos llevan a cabo atienden no a la actualización —triste recurso que no suele lograr más que abolir la actualidad prometida—, de algunas incursiones en referencias clásicas de muy diversos campos y tiempos (Flavio Josefo y Leo Strauss, Maimónides o Schönberg) sino que intervienen y son intervenidos en y por los ensayos que tensan o extreman los estilos de lectura (dicho sea de paso, son los lecturas las que guían las discrepancias de los estilos de escritura, es decir, sus objetos) y ponen en consecuencia a los referidos autores clásicos en el mismo tiempo de enunciación en el que se dirimen las discusiones, tal vez indecidibles por el carácter irremediablemente  limitado de las fuentes, entre verdad e historia que un texto como el Moisés de Freud no deja de poner en jaque…

Historia madre de la verdad, émulo del tiempo, repite con asombro lógico otro texto dos veces clásico y profano cuando en esa misma repetición oculta y revela el principio  de la realidad que funda. En fin, muchas cosas, pero mi gusto no quiere ser un limite a los lectores.
Justamente por esto me parece clave la tensión del contrapunto, la discrepancia, la contraposición y hasta la discusión en el sentido original del término en torno a Freud, entre una posición de la interpretación y la lectura que merodea alrededor y en el interior del texto promoviendo que él mismo haga surgir en sus propios impases la dificultad de la interpretación.
Y otra posición, otra distancia, o tal vez, precisamente, otra posición de lectura, más irruptiva o taxativa, por así decirlo, que interviene en el texto y construye una interpretación que indaga, disiente, compara y cruza, también en y con otros campos, esos mismos y otros impases. Por eso, mientras prefiero evitar las citas para no privar a los lectores del placer de la dificultad en la continuidad de los ensayos, anoto algunas incidencias tratando menos de disolver un enigma que de consignarlo en la composición de las discusiones que los enmarcan. 
Un momento privilegiado de dicha discrepancia, que desde luego no omite que sea la constante fecunda , puede leerse respecto del lugar conferido nada menos que a las palabras y asociaciones del sueño ubicado en series tan distintas: punto de llegada al servicio de otra argumentación en el cruce con la convicción en concordancia o discordancia con la función del mito, atravesado o despojado de las creencias científicas o legendarias, como se afirma en la pagina 66 del libro.

O al revés: punto de partida y suspensión del juicio en tanto la subjetividad y la memoria exceden los límites del individuo en cuanto borramiento y retorno de la dificultad en la posibilidad o la imposibilidad de la interpretación, como se apunta en la página 97. Debate que mantiene en vilo los ensayos y realiza el libro; zozobra inscripta en el texto que los motiva y que me permite ceder al limite que me habia impuesto tentado en la prosecución y contigüidad del lugar del sueño con el problema del buen o mal aliento de la “espiritualidad”. ¿Dónde leerla?, ¿cómo escribirla? ¿cómo interpelarla o cómo descifrarla?, que -desde luego- no es lo mismo. ¿En el peso ontológico del Geist alemán devenido humo siniestro? ¿En el viento del desierto prometido que ciega las imágenes? ¿En el prestigio del verbo griego que anima la belleza de Psique? ¿En el Spleen exquisito del  mot d’esprit? ¿O en la lógica endemoniada del Witz? Preguntas que son puestas a dirimir la encrucijada entre segregación y judaísmo.
Y todos estas discusiones y aún otras que aguardan al lector , en relación a un texto como el Moisés cuya composición , asunto y propósito procura y logra siempre exceder sus propios límites, exceso que también concita , provoca y exige de estas dos posiciones o lugares o intervenciones en el punto en el que a veces divergen, a veces se convocan polémicamente y en otras se cruzan : el del trabajo del psicoanalista, la singularidad del acontecimiento, condición de la transmisión, y el de los dispositivos de la enseñanza del psicoanálisis que pueden no atender a la condición del primero. Como escribió Freud en “El porvenir de una ilusión”: “No es bueno trasladar los conceptos muy lejos del suelo en el que crecieron , pero estamos obligados a expresar la concordancia”.