Feministas norteamericanas

Rebecca Traister, Kristen Ghodsee, Melinda Gates y tres libros que ayudan a pensar el estado de la imaginación feminista en EEUU.

Paula Puebla

La tensión permanente entre los tentáculos del capitalismo y las políticas feministas entra en suspenso cuando se ingresa a una librería. No más arrumbada a los recodos de las estanterías, la “literatura feminista” —uso las comillas porque ese es el dúo de palabras que nombra la oferta, que va desde la chik lit a los libros periodísticos con perspectiva de género pasando por los clásicos manifiestos y panfletos— ha tomado un lugar central no solo en las mesas sino también en el mercado editorial. Entre las estrategias de marketing y la política, entre las métricas de venta y la convicción, en muchas latitudes la preponderancia de los escritos erigidos desde posiciones feministas se lleva mejor con las mieles de la facturación que con las capacidades del estado.
Nacidas en Estados Unidos, Ghodsee y Traister dedicadas al periodismo y al ensayo, y Gates a la filantropía desde su lugar de CEO de Microsoft, estas feministas intentan infiltrarse por los intersticios de esta pulseada —que ya ha sido acuñada en su país como lipstick feminism— para transformar su posición de bestsellers en algo más. Con todas las barreras que debe saltarse la escritura non fiction pensada para un mercado local al momento de ser traducida y comercializada globalmente, No hay vuelta atrás. El poder de las mujeres para cambiar el mundo (Conecta), Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo. Y otros argumentos a favor de la independencia económica (Capitan Swing) y Buenas y enfadadas. El poder revolucionario de la ira de las mujeres (Capitan Swing) funcionan como un panorama de cómo se está pensando el feminismo en las tierras del libre mercado y cómo se parapetan las productoras de sentido frente a la discusión social sobre lo igualitario.


No hay vuelta atrás. El poder de las mujeres para cambiar el mundo (Conecta), de Melinda Gates.

Una de las pocas mujeres en la lista Forbes de personas más poderosas e influyentes del mundo, los orígenes de Melinda Gates no están signados por la literatura o la crítica social. Sin embargo, su background en ciencias de la computación y su experiencia como cofundadora y gerente general de Microsoft no la privan de acercarse a la escritura orientada a mujeres con un libro que oscila entre lo político y lo confesional.
Dedicado al empoderamiento femenino, y con un llamado a la empatía para con las menos favorecidas en la distribución de la riqueza a nivel global, Gates ofrece relatos autobiográficos —viajes al África, encuentros con mujeres de diversas culturas y hasta una situación de maltrato en un noviazgo previo a su matrimonio con Bill Gates— junto a datos y estadísticas alarmantes que sustentan y ponen bajo la lupa las desigualdades sociales.
Planificación familiar, anticoncepción, educación, igualdad en los salarios: nadie como esta mega empresaria para observar cómo en la vida de las mujeres las oportunidades de desarrollo laboral y profesional están signadas por aquello que ocurre puertas adentro, en los hogares, como trabajo no remunerado. “Ser feminista significa creer que todas las mujeres deberían hacer uso de su voz y desarrollar su potencial”, dice Melinda que no ignora ni esquiva la posición de privilegio desde la que escribe. No hay vuelta atrás es un libro que invita a conocer el modo de pensar de una mujer cuyo gran poder es bien distinto al “empoderamiento” al que la autora misma llama.


Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo. Y otros argumentos a favor de la independencia económica, de Kristen Ghodsee (Capitan Swing)

Profesora de Estudios de Rusia y Europa del Este, Kristen Ghodsee construye un manifiesto anticapitalista con un sesgo de género que atraviesa todo plano de la existencia de las mujeres y verifica, para poner a vista de todos, cómo la esfera social repercute de manera directa en los rincones más íntimos. De este modo, a través de un ensayo que historiza diferentes modelos socialistas para enlazar algunos de sus rasgos con el presente, la etnógrafa de raíces persas-portorriqueñas constata desde el comienzo su hipótesis: “el capitalismo no regulado es malo para las mujeres y si adoptamos algunas ideas del socialismo la vida de estas mejorará”.
El recorrido que hace Ghodsee es prolongado y visita las dimensiones del trabajo, de la maternidad, del liderazgo, de la ciudadanía —la mujer como sujeto político— y, consignado con claridad desde el título mismo, de la sexualidad con la certeza histórica y sociopolítica de que las condiciones sociales menos opresivas generan condiciones de iguales características en la intimidad. La autora fundamenta que solo imponiendo límites a las fauces del mercado es que se han fijado pautas hacia un mundo igualitario.
Acompañado por retratos y breves biografías de mujeres notables de la historia —como la rusa Valentina Tereshkova, la primera en orbitar la Tierra en 1963 , o Clara Zetkin, la alemana impulsora del Día Internacional de la Mujer y miembro del movimiento de mujeres socialista de Alemania—, los textos colisionan con las condiciones de un capitalismo descarriado que encuentra, día a día, mes a mes, año a año, la manera de convertirse en un marco más y más despiadado. Algo que atenta, como un misil, contra las condiciones necesarias hacia la demorada igualdad de género.
Si bien la lectura de Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo se parece bastante a una clase de historia, también presenta el desafío de ser leído en este hemisferio, donde los derechos de las mujeres son potestad de modelos de otra estirpe, como en el caso de Argentina. En este escenario, la tesis de Kristen Ghodsee encuentra algunos límites.


Buenas y enfadadas. El poder revolucionario de la ira de las mujeres, de Rebecca Traister (Capitan Swing)

La autora del gran hit editorial All the single ladies: Unmarried Women and the Rise of an Independent Nation lo hizo otra vez. Pero en esta ocasión, con Buenas & enfadadas, aferrada a las pasiones en tanto el combustible de un movimiento de mujeres que ya no quiso, ni pudo, callar más.
“Muchas mujeres piensan que la ira es un impedimento para cualquier intento eficaz de comunicación”. “Está muy extendida la idea de que estar enfadadas es malo para las mujeres”. “La mujer furiosa es —se nos ha dicho siempre de un sinfín de maneras distintas, sutiles o directas— una perversión de la naturaleza y de nuestras normas sociales”. El libro de la periodista y colaboradora de la New York Magazine pone en contexto el Me Too con eventos políticos recientes pero no deja de lado la genealogía del enojo femenino norteamericano para subrayar el poder revolucionario condensado en la queja vuelta protesta, en el reclamo vuelto demanda, en la individualidad vuelta colectiva.
Cautelosa con los spin offs revanchistas de todo movimiento, Traister da cuenta también de los peligros de la ira mal conducida o conducida hacia la venganza, y de los desafíos de los diversos feminismos de cara a su institucionalización.
El libro no es un elogio del enfado por el enfado mismo sino que pone de manifiesto el valor calórico que posee para mantener vivo el fuego de la lucha. Más que simple catarsis, más que un insumo exclusivamente masculino, la periodista y escritora de Philadelphia defiende, hasta las últimas consecuencias, la rabia en las mujeres en un intento, quizás, de quitar el manto sensiblón que ha cubierto, durante siglos, al pathos femenino.