20 libros para el 2020
Una playlist con algunos de los mejores libros que circularon por librerías argentinas en este extraño año que termina.
VICTORIA D’ARC


1. La analfabeta, Agota Kristof (Alpha Decay)
Sin exagerar podemos decir que La analfabeta es una de las mejores autobiografías jamás escritas. Unas pocas páginas, un lenguaje mínimo y una descarnada mirada sobre el pasado, sobre la lengua, sobre la lectura, sobre la escritura y sobre la vida. La autora húngara de la trilogía Claus y Lucas relata, de una manera potente, cómo pudo sobrevivir al nazismo, al exilio y a la orfandad. Impresionante.

2. Mujer al borde del tiempo, Marge Piercy (Conssoni)
Publicada en 1976, esta novela de Marge Piercy es un clásico de la ficción especulativa feminista y una piedra fundamental de la literatura ciberpunk, traducida por primera vez al español. Mujer al borde del tiempo plantea una visión profética y desgarradora de dos futuros que son hoy más reales que nunca. Por un lado, un tiempo de equidad racial y sexual, de dignidad medioambiental, donde todo el mundo participa por sorteo en el gobierno y la educación es comunitaria. Por otro, una sociedad de explotación grotesca en la que las fronteras entre personas y mercancías han quedado definitivamente borradas.

3 Paseos por Londres, Virginia Woolf (La línea del Horizonte)
En un año donde viajar resultó una experiencia casi imposible, recorrer la ciudad de Londres de la mano de una escritora como Virginia Woolf es una posibilidad encantadora. No puede separarse la figura y la literatura de Woolf de la ciudad donde vivió y escribió (habría que recordar nada más que las escenas de La señora Dalloway durante sus paseos para comprobarlo) y donde el grupo de Bloomsbury tuvo una incidencia estética demoledora. Desde las abadías hasta Oxford Street, la mirada de Virginia se posa en los lugares pero también en su gente.

4. El arte mágico, André Breton (Atalanta)
La última gran obra de André Breton, publicada en 1957 en Francia y que, a partir de ahí, se convirtió en un libro de culto durante la segunda mitad del siglo XX. La propuesta del volumen es recorrer de la mano de Breton (y con todo lo que eso implica) la historia del arte mágico, heterodoxa y llena de sugerencias, desde el paleolítico hasta los paisajes metafísicos de De Chirico, pasando por Leonardo, Paolo Uccello, Alberto Durero, Brueghel, El Bosco y Goya.

5. Tú eres eso, Joseph Campbell (Atalanta)
La carga simbólica detrás de las metáforas más conocidas de la tradición judeocristiana son analizadas en esta serie de ensayos y conferencias por Joseph Campbell, el mitólogo más importante de la segunda mitad del siglo XX, autor de una obra descomunal como los diferentes volúmenes de Las máscaras de Dios. ¿Qué significan el Génesis, la huida a Egipto, la Última Cena, la figura de Judas o la Crucifixión de Cristo? Con una erudita precisión y un hondo conocimiento de las diferentes tradiciones Campbell intenta explicar aquellos relatos míticos que muchas veces fueron malinterpretados a lo largo de la historia.

6. Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo, VV.AA. (Atalanta)
En sus pinturas, Remedios Varo pareciera conseguir un estado de iluminación en el misterio del mundo y reflejarlo. Entre Blake, De Chirico y Max Ernst, Varo procesa sus lecturas herméticas y el efecto de la cultura mexicana a partir de su arribo a América latina en 1941. Entre el análisis pictórico de las principales obras de Varo y su exploración intelectual, Cinco llaves del mundo secreto pretende entender la potencia visual y el misterio latente en la obra de Varo. Un libro fascinante.

7. Las promesas de los monstruos – Donna Haraway (Holobionte)
Luego del celebrado Manifiesto Cyborg, Donna Haraway, una de las pensadoras más radicales del feminismo, con una línea propia de la biología, se propone en este libro un ejercicio cartográfico y de documentación de viajes por los paisajes físicos y mentales de lo que puede considerarse naturaleza. El propósito de esta excursión es escribir teoría, dice ella, es decir hacer visible modelos sobre cómo moverse y a qué temer en la topografía de un presente imposible pero absolutamente real.

8. El cuerpo no es una disculpa – Sonya Renee Taylor (Melusina)
Este libro no es autoayuda: es una posibilidad de entender y aceptar el cuerpo. En tiempos de bullying y talles poco inclusivos, Sonya Renee Taylor plantea el “autoamor radical” y como dijo Alba Correa en Vogue propone “un movimiento de amor propio y autocuidados en torno a su voz, una reapropiación del cuerpo propio, más allá de los despóticos cánones de belleza”.

9. Deja que te cuente – Shirley Jackson (Minúscula)
Este libro de la autora de Siempre hemos vivido en el castillo reúne una extensa selección de relatos y ensayos, incluso algunos inéditos. Editado por dos de sus hijos, el volumen incluye un prefacio de Ruth Franklin, su biógrafa, e ilustraciones de la autora.

10. El sexo y el espanto – Pascal Quignard (Minúscula)
Entre la profusa obra de Pascal Quignard se destaca este deslumbrante ensayo un “pequeño tratado” erótico, digamos, que indaga de manera literaria sobre el paso del erotismo griego a la angustiada sexualidad del imperio romano. Virtuoso, reflexivo, inquietante, Quignard pretende comprender aquí de qué manera, durante la época de Augusto, se produjo una mutación que aún nos envuelve y nos afecta.

11. Sobre algunos enamorados de los libros – Philippe Claudel (Minúscula)
Armado con una prosa tersa y elegante que no escamotea ironía ni crueldad en el corazón roto de sus relatos, Claudel, celebrado ganador de los premios Renaudot y Goncourt pone en escena el implacable desfile de los fracasos de aquellos hombres y mujeres olvidados que, empeñados en hacer una magna obra literaria, acabaron convirtiéndose en víctimas del infortunio o de la desgracia.

12. El diario de Virginia Woolf (Tres hermanas)
Una obra monumental en tres volúmenes para entender la intimidad, los miedos, las luchas, la literatura y la apuesta estética de una de las escritoras más importantes del siglo XX. “La verdad es que escribir es el placer profundo, y el que te lean, solo superficial”, confiesa la autora de Un cuarto propio en la primavera de 1925, año en el que arrancan las páginas de este diario.

13. Dulces sueños, queridos niños – Radu Pavel Gheo (Tres hermanas)
Una enorme y bella novela del rumano Radu Pavel Gheo donde cuatro personajes conforman una pandilla que persigue sus sueños porque la posibilidad de soñar, de imaginar otra vida, es lo único que les queda. Cruda y tierna a la vez, el viaje que emprenden estos protagonistas adolescentes es una travesía por el intento de construir una memoria y a través de los paisajes dispares de un futuro posible.

14. De aquí a la eternidad – Caitlin Doughty (Capitan Swing)
Fascinante exploración sobre la idea de la muerte y de los ritos funerarios en las diferentes culturas del mundo. Ilustrado por Landis Blair, este libro hermoso es una crónica donde la autora participa de una momificación de un abuelo en Indonesia hasta la ceremonia japonesa de kotsuage, en la que los familiares usan palillos para extraer los huesos de sus seres queridos de las cenizas de la cremación. Disculpen pero cabe citar aquí a La Renga por esa línea cierta de canción que dice “La muerte está tan segura de vencer que nos da toda una vida de ventaja”. Es una manera de entender que convivimos con la muerte. En cada aliento. Enfrentarla y recorrer las diferentes formas de asumirla es lo que propone este libro.

15. Viaje sentimental – Viktor Shklovski (Capitan Swing)
Estas son las memorias de un personaje hermoso: líder de los futuristas, fundador del formalismo ruso y alma mater de la Opoyaz (la Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético), todo eso fue y será Viktor Shklovski, uno de los grandes intelectuales de la turbulenta Rusia de entre 1910 y 1930. Estos son sus recuerdos y vivencias por Rusia, Ucrania, Persia y el Cáucaso en los días de la revolución.

16. La conquista de lo cool – Thomas Frank (Alpha Decay)
Como explica Frank, este libro es un estudio de la asimilación que sufrió la contracultura por parte del mundo empresarial. Un análisis muy interesante no tanto de las culturas en juego en los sesenta como de las fuerzas y de la lógica que hicieron que las culturas contestatarias de la juventud se volvieran tan atractivas para las empresas. Thomas Frank, de este modo y en esta edición revisada y aumentada, plantea una “teoría de la asimilación”. No hay dudas de que es un libro que habría que leer en paralelo a Realismo capitalista de Mark Fisher. Pruebe ese maridaje demoledor.

17. La cartera del cretino, Kurt Vonnegutt (Malpaso)
En estos seis relatos y un pequeño ensayo puede encontrarse la esencia de Kurt Vonnegut. En cada uno de estos textos son una muestra cabal de esa sátira penetrante y ese ojo infalible para la intrascendencia obscena de la vida que es la literatura del autor de las célebres Cuna de gato y Matadero cinco. Caricaturesco y despiadado, cada texto es una exhibición de atrocidades y desesperanza.

18. Cuatro damas del misterio – Louisa May Alcott, Vernon Lee, Amelia B. Edwards, Margaret Oliphant (Funambulista)
Cuatro autoras inglesas, que publicaron a finales del siglo XIX y principios del siglo pasado, reunidas para desplegar historias envueltas en atmósferas inquietantes. Alcott, conocida por su clásico Mujercitas, se incluye junto a las historias de fantasmas de Vernon Lee, también a las de Edwards, autora del clásico “El carruaje fantasma”, y el terror victoriano de la escocesa Margaret Oliphant.

19. Cartas de amor – Fernando Pessoa (Funambulista)
Un conjunto de más de cincuenta cartas que Fernando Pessoa le escribió a la joven Ophélia Queiroz, mecanógrafa en las oficinas de la Baixa lisboeta donde el autor de El libro del desasosiego traducía correspondencia comercial. Líneas de una sensibilidad extrema como “A mi exilio, que soy yo mismo, tu carta ha llegado como una alegría familiar…” son algunas de las que pueden encontrarse en este libro encantador.

20. Breve elogio de la errancia – Akira Mizubayashi (Gallo Nero)
Escritor japonés que escribe en francés, este es el primer libro que se traduce al español de Mizubayashi, un autor que se considera un errante, pero no en el sentido del vagabundeo sin rumbo, sino como un errante interior (una errancia lingüística) que habría que traducir como pensamiento crítico. Así lo dice: “Me gustan los errantes, los personajes en errancia que se alejan de lo natural, lo natal, lo maternal. Me gustan los que miran lo próximo como lejano. Me gustan los que se atreven a deshacer los lazos preestablecidos para establecer otros a conveniencia”. Un delicado tratado sobre la búsqueda y el pensamiento.