Los libros proféticos
Paula Pérez Alonso selecciona cinco favoritos a la luz de una experiencia colectiva inédita
PAULA PÉREZ ALONSO
Extinción, Thomas Bernhard. Lo releo durante la pandemia porque es uno de sus libros más extremos: su enunciación es magnética y arrolladora y el ritmo de la sintaxis, imbatible. Alguien que está al borde de no soportarse a sí mismo ni de soportar el mundo, consciente de la cercanía de la muerte, apuesta todo al lenguaje. Su arte de la exageración es propio de un bárbaro, y solo los bárbaros cambian la Historia.

Ciudades de la noche roja, William Burroughs. Entre la historia de aventuras (las comunidades autónomas de los piratas del siglo XVIII como modelo social alternativo), la ciencia-ficción y el terror, Burroughs me deslumbra con su imaginación y visión política. Como todo escritor genial, es profético al contar una sociedad dominada por la ingeniería genética (las pestes devastan las ciudades que en el pasado remoto fueron centros del saber, diversos mutantes se apoderan de ellas, estallan guerras civiles) y boicotea el control del tiempo que toda novela tiende a ordenar.

El mal de la muerte, de Marguerite Duras. Una mujer y un hombre encerrados en una habitación y en un texto arrasador adelgazado al mínimo, frugal. La impotencia, la ilusión del encuentro con el otro como un abismo. Y el silencio. ¿Habría que renunciar?

Trilce, de César Vallejo. Vallejo escribe este poema cuando pasa tres meses en la cárcel, acusado injustamente de sedición. El verso libre, corto, desarticulado, las rimas, los encabalgamientos amplifican al máximo la impotencia ante el encierro, las cuatro paredes tal vez sean las mismas a las que aludía Kafka.

En estado de memoria, de Tununa Mercado. La memoria, materia literaria por excelencia, no como evocación sino como extraordinaria indagación de sus pliegues; ilusiona la posibilidad de revelación: que el texto, una vez urdido y escrito, ilumine las ambigüedades del recuerdo.

BONUS TRACK: La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, es la novela que me habría gustado escribir. Una novela apocalíptica con el tono y el lenguaje para contar la ferocidad de lo que no tiene remedio. No hay moral, nadie es culpable.


Paula Perez Alonso (Buenos Aires, 1958) estudió periodismo y Letras en Buenos Aires y Londres. Es autora de las novelas No sé si casarme o comprarme un perro (1995, 2016), El agua en el agua (2001), Frágil (Seix Barral, 2008) y El gran plan (Tusquets, 2016). Es editora de ficción y no ficción en Planeta.