Estrategias para desestabilizar la norma

Paul B. Preciado plantea un viaje de intervención política y estética en Un apartamento en Urano

DIEGO ERLAN

La primera vez que leí el Manifiesto Contrasexual me resultó un ejercicio deleuziano impenetrable. La segunda, noches atrás, de pie junto a la biblioteca en la penumbra del living, cambió completamente mi perspectiva. Publicado originalmente en 2002, en ese manifiesto Beatriz Preciado planteaba que la contrasexualidad no se propone crear una nueva naturaleza sino el fin de la naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros. Proponía un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, producto del contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas –a decir de Judith Butler– han sido inscritas en los cuerpos como verdades biológicas. Ya en el segundo artículo de sus “Principios de la Sociedad Contrasexual” proponía que, para evitar la reapropiación de los cuerpos como femenino o masculino en el sistema social, cada nuevo cuerpo debiera tomar un nuevo nombre que escape a las marcas de género. Ese es, según decía, uno de los principios para desestabilizar el sistema heterocentrado. Las crónicas de cruce que integran Un apartamento en Urano son la ejecución de ese manifiesto. De este modo, Preciado implementa una deconstrucción, una sistematización y la profundización de esos principios. En la mutación del nombre, de Beatriz a Paul B. Preciado, puede encontrarse el estandarte más visible de esa transformación.

“No había imaginado la potencia poética de ese cambio”, dijo en una entrevista en el suplemento Las12. Lo que había pensado tan sólo como una experiencia sobre todo administrativa –un proceso jurídico, legal– se convirtió en un rito de pasaje, un ritual. “En principio no es un nombre que yo había escogido, me fue dado en un sueño y lo acepté a través de un ritual que había hecho. A partir de ahí la cuestión fue decidir aceptar este nombre. Es decir, algo que para mí tiene que ver con el acto literario como un acto artístico –el acto más supremo que pueda haber, que es nombrar–. De pronto la locura absoluta, incoherente, ridícula y al mismo tiempo bellísima de decir: ‘Bueno, me voy a llamar Paul’. Un nombre que en principio es absolutamente ajeno y extraño, pero esa extrañeza hizo que los primeros meses estuviera constantemente atento a la palabra p-o-l. De pronto todo el lenguaje se erizó. Todas las palabras estaban de punta y oía ‘Paul’ por todas partes. En política, en policía, en polar, en polaridad, en polea, en polemista, en polaina…en despoblado, en todo. Me parecía que ese nombre estaba en todas las palabras y que podía surgir de todas las palabras. Entonces el lenguaje entero cobró vida. De la misma manera que ahora soy incapaz de ver a una persona como masculina o como femenina, algo semejante ocurrió con el lenguaje. En cualquier cosa que nombras –el libro, el teléfono o lo que sea– de repente empiezas a escuchar verdaderamente la belleza poética de esa palabra como palabra. Yo creo que ese fue uno de los momentos más extáticos, más transformadores de mi vida. Lo primero que se transforma es tu escucha, pero esa escucha hace que ya no puedas escribir de la misma manera. En ocasiones me reía de escribir las palabras, de decir cualquier palabra y ver cómo suena. Es casi como volver a la primera infancia, pero con la conciencia que tienes ahora. Y con otra voz, claro. Y esto también es otra cosa increíble, porque cambiar de voz es un acto político de ventriloquia brutal.”

Un apartamento en Urano es un viaje de intervención política atravesado por la experimentación química con la testosterona. Es una manera de pensar en una deriva a través del mundo y de sus agitaciones, tanto internas como externas. El poeta del mestizaje, Edouard Glissant, propone en su Poética relacional que una errancia circular es una forma posible para criticar el orden establecido, para desestabilizar la norma. Este libro de Preciado es la bitácora de una mutación donde su autor parece reconquistar el cuerpo y en ese cuerpo construir una trinchera de resistencia, un estandarte para la insurrección. “Quise experimentar con la testosterona –cuenta– porque me interesa su viscosidad, la imprevisibilidad de los cambios que provoca, la intensidad de los afectos que estimula cuarenta y ocho horas después de la inyección. Y su capacidad, si las inyecciones son regulares, de deshacer la identidad, de hacer emerger estratos orgánicos del cuerpo que de otro modo habrían permanecido invisibles”. El último territorio de libertad que nos queda es el propio cuerpo. O el único que siempre tuvimos. Nuestro cuerpo. Quiénes somos o –mejor– quiénes decidimos ser. Imposible leer la rabia con la que Preciado escribe este libro sin remitirse a otros dos: Ahora, del Comité Invisible (Pepitas de calabaza) y el Devenir perra (Melusina) de Itziar Ziga. En la yuxtaposición de ambos emerge Un apartamento en Urano y la relación con Devenir perra se vuelve evidencia en la dedicatoria: “Para Itziar, the broad sun/the loved shore.”

A partir de una serie de preguntas incisivas, Preciado cuestiona la epistemología binaria de Occidente. A esa necesidad de que todo esté cortado en dos partes, que todo derecho tenga su revés. “La norma nos ha dividido”, plantea, ya que lo que denominamos subjetividad no es sino la cicatriz que deja el corte en la multiplicidad de lo que habríamos podido ser. “Sobre esa cicatriz se asienta la propiedad, se funda la familia y se lega la herencia. Sobre esa cicatriz se escribe el nombre y se afirma la identidad sexual”. El pensamiento que despliega Preciado irradia una luminosidad singular. Cuando todo alrededor parece necesitar una definición, una claridad sin matices ni dudas, el cruce que articula Preciado es un lienzo caravaggesco donde lo privado se vuelve público y el cuerpo laboratorio. “El cambio de sexo y la migración son las dos prácticas de cruce que, al poner en cuestión la arquitectura política y legal del colonialismo patriarcal, de la diferencia sexual y del Estado-nación, sitúan a un cuerpo humano vivo en los límites de la ciudadanía e incluso de lo que entendemos por humanidad.” Un apartamento en Urano es un ejercicio performático textual, de una radicalidad a la manera de Marina Abramović, en el que, al acercarnos, podemos percibir el temblor del artista. Esa agitación íntima que se vuelve virus y nos aleja de las certezas arraigadas, ese “pensamiento del temblor”, como lo llama Glissant, es lo que produce en Preciado la decisión de una transformación para enfrentarse, de ese modo, desde esa trinchera que es el cuerpo, a un sistema que nos somete. “El cruce es el lugar de la incertidumbre, de la no-evidencia, de lo extraño”, entiende Preciado, “y todo eso no es una debilidad, sino una potencia”. En la historia del mundo, toda práctica de cruce fue criminalizada pero es justamente en el cruce donde empieza a dibujarse el mapa de una nueva sociedad, con nuevas formas de producción y de reproducción de la vida. Este libro de Preciado es un programa estético y como tal también es un programa político.

Un apartamento en Urano de Paul B. Preciado (Anagrama)